Destaca esta transmisión en la creencia mágica del poder misterioso, incomprensible, desconocido e hipotético en esa cosa material y concreta, que son los objetos, mascotas de la buena suerte, en el mundo esotérico.
Mascotas que en las sociedades primitivas eran talladas y erigidas como tótem, en una forma de culto a cambio de protección, y que en la actualidad se transmiten como un legado familiar.
Pequeñas figuras que, en una especie de comunión entre la costumbre y la superstición, van siendo dejadas en estantes, entre libros y portarretratos, en mesas de luz u otros rincones de la casa.
Figuras que hoy son rescatadas, aisladas y recuperadas en esta nueva colección de supersticiones.